La Idiota es Idiota y por Idiota, generosa. ¿O es al revés?
Hubo una época en la que no podía no tener un chicle en la boca. Mascándolo, o simplemente reposando sobre los molares, ahí estaba.
Pero el problema del chicle no eran las presuntas caries, sino el hecho del convide. Uno para este, otro para otro y la ración diaria no alcanzaba.
Así, la pequeña Idiota ideó el plan de administrar la cantidad exacta a consumir diariamente, dejando uno o dos PARA COMPARTIR.
¡Para compartir!
Y ahí estaban todos haciendo filita, día a día, preguntando por un chicle, mirando hacia el bolsillo donde el paquete estaba, pero la ración de generosidad estaba acabada.
Y la pobre, sintiéndose culpable al negarle esta vez al mismo que le pidió ayer y antes de ayer, y que esta vez llegó tarde a la repartija.
Y un día, ESE día que tanto había esperado llega, y ahí está el galán acercándose en cámara lenta. Y hace la pregunta mágica: ¿Tenés uno?
¿Tengo? ¿No tengo? ¿Quién soy?
Y antes de que la transpiración en el bozo se empiece a notar ya estaba sacando el paquete, con descuido...
Y repartiendo a él, a su amigo que apareció de la nada y a otro que justo miró.
"No se preocupen, compro más" dice con una sonrisa.
Y apenas puede mirarlo a los ojos mientras se aleja su príncipe azul como si nada.
Y ahí queda ella, como un tomate: Colorada, y atada al poste que la verá crecer. Pues sólo así crecen estas plantas.
lunes, 18 de abril de 2011
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